Todo era de colore’ en sus días, aún cuando caminaba sin rumbos por el cemento donde caía arena. A veces le gusta posar para nadie aunque haga mucho frío. Está donde sale el sol y donde corren las nubes. Se para en un pie y espera a ver si alguien se interesa en preguntar porqué, solo salta salta salta, y de vez en cuando el viento levanta su pelo; eso le causa gracia. Los autos pasan, rápido y lento, algunos paran pero nunca se cuestionan. Lleva zapatos ligeros que brillan cuando les da la luz; da giros de alegría cuando siente explosiones haciendo que destellen en las paredes y los ojos curiosos. Debe ser lo que más disfruta pero que no hace.
Sería crecer, crecer, insistir y no parar. Le dijeron que llevar calcetines era bueno para perfecta aura en perfecto cuerpo y sería su vida. También gira, aunque no sea de alegría, gira sobre sus pies. Y cuando no hay sol, canta, y se le van las tardes más monstruosas que pueden existir, según ellos. Siempre lleva música con ella. No saben que escucha, o quizás a quienes, debe ser que se pierde y no vuelve. La han visto mirar para ambos lados antes de cruzar la calle, como todos. Se tapa la cabeza pensando que los pájaros pueden aterrizarle; nunca le pasa.
Es como los resortes, de un lado al otro, ida y vuelta. Nunca se sabe. Se queda tranquila mirando donde no hay algo, quizá lo hubo. Uno y dos, dos y tres. Corre, camina y se de vuelve. Llama la atención con todos los collares que cuelgan de su cuello; es sicodélico. Es como alguien que depende de otros, pero sin que los otros lo sepan. Lo más probable es que todos dependan de ella.
Su cabeza, tan anormal como todo lo que va de su cintura en adelante. Nadie debe pensar más que diez segundos en ella. Sus carteras combinan, con todo lo que la rodea. Las flores parecieran cantar con las golfas de la playa, mientras que ella delira en cordura. Todos corren por su vida, ella solo piensa que se puede flotar de vez en cuando... sino que haría ahí. La engañaron con la primavera, con sus quince primaveras. No los llamaría inviernos porque siempre esta caída. Sus pañuelos parecen distantes a lo que se ve siempre. Los colores no se pueden comparar, la mayor parte de su tiempo es mar y quizá le gusta ser viento… o sentirlo cerca. Usa vestidos, no hay duda. No hay duda de que su moda no la cambia ni por la heroína. Sui generis. Sus colores la siguen y deja huellas por donde pasa. Sus colores son únicos, no como los de ellos. Sus colores no se pierden, ni se van, sus colores viven tal como ella quisiera hacerlo. Como con los pies en el aire y la cabeza en el suelo. Tal como dicen esta calada.
Sería crecer, crecer, insistir y no parar. Le dijeron que llevar calcetines era bueno para perfecta aura en perfecto cuerpo y sería su vida. También gira, aunque no sea de alegría, gira sobre sus pies. Y cuando no hay sol, canta, y se le van las tardes más monstruosas que pueden existir, según ellos. Siempre lleva música con ella. No saben que escucha, o quizás a quienes, debe ser que se pierde y no vuelve. La han visto mirar para ambos lados antes de cruzar la calle, como todos. Se tapa la cabeza pensando que los pájaros pueden aterrizarle; nunca le pasa.
Es como los resortes, de un lado al otro, ida y vuelta. Nunca se sabe. Se queda tranquila mirando donde no hay algo, quizá lo hubo. Uno y dos, dos y tres. Corre, camina y se de vuelve. Llama la atención con todos los collares que cuelgan de su cuello; es sicodélico. Es como alguien que depende de otros, pero sin que los otros lo sepan. Lo más probable es que todos dependan de ella.
Su cabeza, tan anormal como todo lo que va de su cintura en adelante. Nadie debe pensar más que diez segundos en ella. Sus carteras combinan, con todo lo que la rodea. Las flores parecieran cantar con las golfas de la playa, mientras que ella delira en cordura. Todos corren por su vida, ella solo piensa que se puede flotar de vez en cuando... sino que haría ahí. La engañaron con la primavera, con sus quince primaveras. No los llamaría inviernos porque siempre esta caída. Sus pañuelos parecen distantes a lo que se ve siempre. Los colores no se pueden comparar, la mayor parte de su tiempo es mar y quizá le gusta ser viento… o sentirlo cerca. Usa vestidos, no hay duda. No hay duda de que su moda no la cambia ni por la heroína. Sui generis. Sus colores la siguen y deja huellas por donde pasa. Sus colores son únicos, no como los de ellos. Sus colores no se pierden, ni se van, sus colores viven tal como ella quisiera hacerlo. Como con los pies en el aire y la cabeza en el suelo. Tal como dicen esta calada.
1 comentario:
11y6dentrodel8l9!
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