cuando me acuesto por las noches, espero hasta estar lista para apagar a iquique. razono unos segundos, que a veces terminan siendo minutos y de ser al extremo se convierte en una hora exhausta. Con mis ojos entre abiertos o semi cerrados, miro mi techo que ahora se plaga de estrellas si no hace un cielo nublado, a veces bostezo y creo ver una infinidad de vidas que se mueven bajo mis sábanas. El mar hace estremecer, no solo mi alma, sino la de todos los edificios. de un pensamiento a otro, reboto sin encontrar salida a la vida y entrada al oceano. casi 12 horas de mecerme en una onda o nube creada por quien sabe que cosa, mi propio oceano, cielo, dezcanso cegado. sigo aquí mientras me lleno de dudas, y me paseo por respuestas que salpican falsedades,. tiemblo, me sacudo, me escondo, pero nunca dejo de mirar como siguen corriendo las piezas de iquique. mil y un caras, que no puedo ver a través de mi ventana. Aún delante de ella no las conozco, y pueden hacerme daño. Iquique dislumbra penumbras, bohemiedad entre tanta mirada, las luces no son llamativas tienen todas esa tonalidad amarillo gastado o blanco no tan blanco. Iquique no duerme, y el mar tampoco. Qué puede mantener despierto cuando la noche te invita a dormir mientras la luna te cuida. mi corazón no deja de latir, y cada palpito me sumerge en una respiración cada vez más profunda y prolongada. dejando mi cuerpo pesado, tirado en mi lecho, gastado por las calles de iquique. mis ojos no aguantan, mi garganta late con mi corazón, y cada vez veo menos luces. Sé que estas no se han apagado, pero mis ojos ya no ven más alla de muros negros y altos que no las dejan penetrar. Aquí en mi oceano, no veo cosas como esas. y se que por unas horas pude apagar el lamento nocturno de Iquique, aunque este se mantenga latente en otras mentes ajenas que ven todo lo que yo no pude.
fluye con facilida...
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